No cabe duda de que el sector de los edificios inteligentes constituirá un factor clave de la construcción en los próximos años, al menos en lo que respecta a los edificios corporativos. Este tipo de inmuebles presenta una serie de ventajas desde el punto de vista funcional y medioambiental de las que resulta imposible abstraerse y que se extienden incluso al propio mobiliario del interior.
Gracias a los sistemas de inmótica, dichos locales se encuentran equipados con productos de ingeniería especializados en materia de seguridad, sistemas de gestión de instalaciones, telecomunicaciones o adaptados al propio nivel de usuario. La domótica, a su vez, permite una integración horizontal y vertical de esta información sobre el funcionamiento del propio edificio, por lo que confluyen una serie de sinergias positivas en todos los aspectos, tanto a nivel ocupacional como meramente estructural. Automatizaciones, gestión energética o control de iluminación son algunos de los puntos más llamativos en este sentido.
Evidentemente, todos estos aspectos relacionados con el facility management llevan a considerar los edificios inteligentes como un avance en la gestión de sus recursos, es decir, como edificios medioambientalmente más sostenibles. Prácticamente no se desperdicia energía, lo que resulta de gran utilidad desde un punto de vista económico (especialmente de cara a corporaciones que deben desarrollar construcciones de gran envergadura) y de ahorro ecológico.